Desde inicios del 2020, la industria automotriz mundial ha sufrido una progresiva ralentización tanto en la producción y ensamblaje de vehículos y autopartes como en la venta de sus productos. La desaceleración de la economía global, producto de la pandemia de COVID – 19, tuvo también un fuerte impacto en el sector transporte y con ello se han generado distorsiones que casi tres años después, los expertos en el área, aun intentan corregir.

En una publicación, sobre la industria automotriz, realizada por la empresa auditora Deloitte vaticinan que “en el escenario actual, en el que el comercio internacional seguirá siendo impactado negativamente por las disrupciones globales, la inversión en tecnología y el cambio de enfoque para generar experiencias positivas a los consumidores serán fundamentales, a fin de que el sector se mantenga competitivo y mejore su panorama”.

La publicación se basa en un estudio realizado por la mencionada firma internacional de auditoría, en el que lograron identificar algunos factores que han repercutido en el bajo desempeño del sector y que se estima seguirán incidiendo, de manera negativa, en lo que resta del 2022.

Estos son:

  • Inestabilidad en el precio de algunos componentes usados en la industria automotriz, como el acero y el aluminio.
  • La escasez de otros dispositivos como en el caso de los semiconductores.
  • La incertidumbre cambiaria por la inestabilidad de la economía mundial.
  • La caída en la producción de automóviles debido a la falta de personal, de insumos y materiales.

Aun así, el denominado Estudio Global del Consumidor Automotriz de Deloitte evidencia que “los impactos de estos factores no han sido iguales para toda la población. La contingencia sanitaria, en sí misma, ha generado fenómenos contrastantes entre los distintos consumidores de automóviles.” Por ejemplo, que el segmento de “la población de mayor edad (de 55 años o más), con una situación económica positiva, ha comenzado a mostrar una mayor intención de compra de vehículos para uso privado, a fin de reducir su riesgo de contagio y cuidar su salud”.

Pero, este no es el único elemento contrastante revelado por el mencionado estudio. Antonio Yammine Saade, miembro de la directiva del Grupo Empresarial Sayam, dedicado por más de tres décadas a la industria automotriz en Venezuela refiere que “en el mercado internacional la mayoría de las personas se han visto afectadas financieramente, como consecuencia de la pandemia, y esto ha provocado que se ocupen más atentamente del cuidado de su dinero y en efecto han renunciado a la idea de adquirir un nuevo automóvil en estos momentos.”

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“De hecho, la compra de carros usados ha aumentado en la mayoría de los países, en contraste con la compra de autos nuevos. Esto, justamente porque las personas están evitando contraer deudas. Pero, la consecuencia a esto ha sido el aumento de los precios de los vehículos usados incluso en países como Estados Unidos”, afirmó Yammine Saade.

Sobre este último aspecto, señalado por el también abogado, Antonio Yammine Saade, los medios de comunicación norteamericanos han dedicado importantes espacios en sus ediciones escritas y digitales. Tal es el caso de Los Ángeles Timesen su versión en español que incluso se atrevió a afirmar que hoy día un auto usado ha adquirido casi el valor de un carro nuevo.

Por otro lado, el informe de Deloitte manifiesta que otro factor de incidencia en el comportamiento negativo del mercado automotriz es que la mayoría de las personas “al percatarse de que no estaban usando su automóvil tanto como antes –debido a las restricciones de movilidad o a la posibilidad de realizar más actividades de forma remota–, decidieron postergar la compra de un vehículo nuevo hasta el momento en que se reactive su necesidad de transportarse a distintos puntos, algo que probablemente ocurrirá a partir del segundo trimestre de este año”.